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La Corte está arrastrando a las mujeres pobres hacia el peligro y la muerte

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Hay una línea en la película “Monte frio” (Cold Mountain) —sobre la Guerra Civil EEUU— que me sigue viniendo a la cabeza ante la noticia de la Corte Suprema: "Llaman a esta guerra una nube sobre la tierra. Pero ellos hicieron el clima y luego se paran bajo la lluvia y dicen ‘mierda, está lloviendo’".

Casi me caigo de la silla cuando leí la noticia de última hora en Twitter: se filtró un borrador de la Corte Suprema indicado que revocará Roe v. Wade. Había sido un lunes largo. Acababa de terminar de doblar la ropa, quería asegurarme de que nuestra hija menor se duchara, mientras conversaba con mi hija mayor. Mi teléfono comenzó a sonar.

Lo primero que sentí fue temor, y luego ira. Se suponía que Roe v. Wade era ley establecida. Siendo madre de tres hermosas chicas, se me cayó el corazón. Mi hija menor, que tiene nueve años, me preguntó qué había pasado y yo le conté todo. Quería que ella entendiera completamente lo que esto significaba, que le estaban quitando el derecho de elegir a tantas mujeres.

Poder tomar una decisión sobre mi cuerpo ha sido personalmente importante para mí. Hace 20 años yo era muy pobre, vivía en la sección Soundview del Bronx, en un edificio cerca a un pantano y ganaba $ 15,000 al año. Estaba en la universidad mientras criaba a mi hija Samantha. Tuve la bebé cuando era adolescente. Ella era todo para mí. Tomé la decisión de terminar un segundo embarazo.

En aquel entonces, tener otro hijo mientras apenas podía mantener las luces encendidas habría creado demasiados obstáculos para asegurar que mi pequeña y yo tuviéramos la oportunidad de realizar nuestras vidas. Sabía que nuestro sistema racista no nos proporcionaría las opciones para derribar cada obstáculo para lograr tener éxito. Tuve problemas de salud. Estaba sola. Elegí a mi hija. Elegí a nosotras.

Sin dinero y luchando por mantener a mi hija y a mí, la idea de tener que planear terminar un embarazo fue más que estresante. Planned Parenthood, donde podría acceder a una atención médica segura, se convirtió en mi recurso de urgencia.

Durante los últimos 50 años, la capacidad de tomar decisiones muy personales sobre la salud y otras situaciones, ya sea si terminar o proceder con un embarazo, ha sido protegida. Si la Corte Suprema lleva a cabo con darle vuelco a Roe v. Wade, mujeres en la posición en la que estuve hace 20 años no tendrán esa opción en gran parte del país. No tendrán acceso a abortos seguros.

Antes que Roe v. Wade legalizará en 1973 el aborto en la nación, cada año miles de mujeres morían por procedimientos inseguros de trastienda o autoinducidos. El aborto fue criminalizado. Su anulación afectará desproporcionadamente a las mujeres de color de bajos ingresos, que tienen menos probabilidades de tener los medios para viajar a lugares donde los abortos seguros y legales estarían disponibles. Alguien que vive en un estado con leyes restrictivas y punitivas se verá obligada a buscar otras opciones para interrumpir un embarazo. La Corte está llevando a las mujeres pobres hacia el peligro y la muerte.

Las noticias del lunes recalcaron una vez más que mis hijas y millones de niñas y mujeres de color desde Puerto Rico, hasta el Bronx y más allá luchan todos los días para sobrevivir y avanzar en medio de tantas fuerzas que trabajan para suprimir su voz y decisiones personales de salud. Para acceder las protecciones más básicas, las mujeres y comunidades de color siempre se han visto obligadas a pelear dentro los parámetros de la retórica legal para comprobar a una mayoría blanca que merecemos la dignidad como seres humanos. El poder de la supremacía blanca y de los hombres blancos a controlar nuestra autodeterminación y vidas fluye en los sistemas e instituciones de los Estados Unidos.

“Como puertorriqueña, conozco la historia de la toma de decisiones coloniales sobre los cuerpos de las boricuas. Ya basta con este asalto constante”

Como puertorriqueña, conozco la historia de la toma de decisiones coloniales sobre los cuerpos de las boricuas. Ya basta con este asalto constante y el tener que defenderse. Si reforzar la tiranía sobre los cuerpos de las mujeres es una decisión judicial o legislativa, no quiero nada que ver con eso.

La jueza Sonia Sotomayor advirtió en diciembre pasado que la Corte no podría sobrevivir al hedor de obedecer la política sobre el precedente legal si revocaba Roe vs. Wade. No podrá. No solo está comprometiendo la salud y la vida de las mujeres, pero también es partícipe en una agenda para erosionar los derechos civiles y humanos, eliminar la apariencia de controles y equilibrios, y borrar la separación de la iglesia y el estado. Nada menos que una agenda fascista.

La Corte Suprema, tal como es, está quebrantada. No hay necesidad de esperar más peor a peor. En el estado de Nueva York, Roe v. Wade está legalmente codificada. Los demócratas deben moverse para hacer esto a nivel federal. El banco del tribunal supremo también debe ampliarse.

Más de nosotros tenemos que entender a fondo que las elecciones puedan alterar nuestras vidas. Trump pudo nombrar a tres jueces que nos están llevando para atrás. Una coalición de votantes debe crecer el poder de nuestro voto, y aquellos blancos, hombres y mujeres, que ahora lamentan haber respaldado a Trump y las secuelas con las que nos enfrentamos deben hacer un esfuerzo extraordinario para curar una herida abierta.

El ataque a los derechos de las mujeres no se detendrá. Necesitamos una revolución de la mayoría de las mujeres en todo el país. Necesitamos un ajuste de cuentas. Una tormenta de votos. O la gente en el poder continuará dejándonos no solo bajo la lluvia sino también viviendo una pesadilla.

Traducido por Juana Ponce de León.



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